El proceso de autocompasión implica primero hacer una elección y luego vivirla constantemente.
Durante muchos años de mi vida me consideré una persona compasiva, porque simpatizaba con los problemas de los demás, sentía empatía e intentaba ayudar a los demás de alguna manera, a veces sin saber siquiera si querían ser ayudados.
Hasta que, en el proceso de autoconocimiento, me encontré con la necesidad de sentir más autocompasión. Me di cuenta de que, para tener amor propio y ejercer el autocuidado, necesitaba dedicar una atención especial a la autocompasión.
Y así, en un viaje desafiante y al mismo tiempo hermoso, elegí dejar de criticarme, autosabotearme, castigarme, arremeter contra mí misma y maltratarme con autoacusaciones. Sí, el proceso de autocompasión implica primero hacer una elección y luego el ejercicio constante de vivirla.
¿Cómo sería convertir cada hecho de la vida en un proceso de aprendizaje bajo la mirada de la autocompasión?
La vida te presenta innumerables posibilidades cotidianas de ejercer la autocompasión: empezar una dieta y abandonar a la primera oferta de chocolate; querer ser paciente y estallar contra un compañero de trabajo, el marido, la mujer o el hijo; ser demasiado precavido y cometer un error técnico en el trabajo; cuidar cada detalle y dejar que la comida se queme por falta de atención, etc. Todos los presentes pueden pensar en situaciones en las que utilizan el «látigo» consigo mismos y pasan horas o a veces días rumiando el «error», una actitud que contribuye a su autodesprecio, causándoles un profundo malestar al vivir.
¿Cómo sería convertir cada hecho de la vida en un proceso de aprendizaje bajo la mirada de la autocompasión? ¿Cómo sería acogerse a uno mismo después de cada acción incómoda, decir «no pasa nada», no juzgar, resignarse y seguir adelante?
Ahh, ¡juzgar o no juzgar! Sí, la autocompasión implica no juzgar. ¿Qué te parece reflexionar sobre el juicio? Me doy cuenta de que el proceso de juzgarlo todo y a todos es, en cierto modo, automático. Ante los acontecimientos y hechos de la vida, surgen continuamente pensamientos de juicio. Sin embargo, desde el momento en que aumentamos nuestra autocompasión, comprendiendo que cada uno tiene sus propios retos en la vida, su propio camino y que utiliza su repertorio de conocimientos y experiencias para actuar ante los hechos, empezamos a no juzgar al otro, o a juzgarlo menos, lol.
La autocompasión implica elección y ejercicio, aportando más ligereza a la vida
Me gusta decir que no juzgar es el camino más rápido hacia la libertad que soñamos. Te liberas de la necesidad de la aprobación de otra persona y tu vida empieza a fluir de forma más natural y significativa.
Elección y ejercicio. Elección y ejercicio. Elección y ejercicio. La autocompasión implica elección y ejercicio. Primero lo elegí y ahora lo practico todo el tiempo, y me he dado cuenta de que el proceso de autocompasión es cada día más natural, rápido e intuitivo, y ha traído a mi vida la ligereza que buscaba.
Y la ligereza abre un hermoso espacio para construir nuevas posibilidades en la vida. Sin castigos (a ti mismo y a los demás) y sin juicios (a ti mismo y a los demás), es posible trazar caminos más ligeros y genuinos hacia la plenitud, más congruentes con lo que realmente eres.
Ante toda esta experiencia, hoy me doy cuenta de que mi visión de los demás ha cambiado.
Otro punto sobre la autocompasión está relacionado con permitirte ser quien realmente eres y darte cuenta de lo genial que ERES. Permitirte mirar, conocer y valorar tus cualidades, habilidades y talentos, ejercitándolos de forma natural y también intencionada.
Cuando empecé a ejercitar mi autocompasión, me di cuenta de que mis ojos empezaban a ver mis cualidades, habilidades y talentos con más naturalidad, y me di cuenta de que podía elegir utilizarlos de un modo que contribuyera más a la realización de mis sueños y a mi evolución como persona, así como a ayudar a los demás y a la comunidad.
Ante toda esta experiencia, hoy me doy cuenta de que mi visión de los demás ha cambiado. Veo que la compasión se vive de forma más auténtica. Puedo mirar a la otra persona con sus retos, sin tanto juicio, comprendiendo que cada uno tiene su propio «capullo» que romper y poniéndome a disposición de la otra persona, si elige mi ayuda.
Y ahora te invito a que te hagas algunas preguntas y te des cuenta de cuánto resuenan en tu interior. No te preocupes por las respuestas, sólo date cuenta y siente la resonancia de cada pregunta dentro de ti.
- ¿Vives la autocompasión?
- ¿Ejercitas la autocompasión?
- ¿Cómo sería elegir vivir con autocompasión?
- ¿Cómo sería elegir un estado de presencia que te permitiera ejercer la autocompasión?
- ¿Qué hace falta para que la autocompasión sea una actitud constante en tu vida?
- ¿Cómo harías para que tu compasión fuera más auténtica ejerciendo más autocompasión?
- ¿Cómo sería tener una actitud más acogedora (hacia ti mismo y hacia los demás)?
- ¿Cómo sería cambiar la rumiación por la hospitalidad?
- ¿Cómo sería sentirse más libre?
- ¿Cómo sería darte cuenta de la grandeza de tu SER?
- ¿Qué te parecería fijarte más en tus cualidades, habilidades y talentos?
- ¿Qué necesitas para poder utilizar tus cualidades, habilidades y talentos más a tu favor y para la comunidad?
- ¿Cómo sería vivir con más ligereza?
- ¿Cómo sería expandirse a un espacio más creativo?
- ¿Cómo sería dejar simplemente que la vida fluyera, sin ataduras ni apegos?
- ¿Cómo sería abrirte a una vida de posibilidades infinitas?
Este texto no pretende proporcionar conceptos prefabricados, sino compartir parte de mi proceso de autoconocimiento con el fin de provocar reflexiones que puedan ayudarte en tu proceso de florecimiento.