El etiquetado en el estudio de la neuropsicología puede tener profundos efectos negativos, tanto en el desarrollo del individuo como en la percepción social
En julio de 2024, estoy a menos de dos meses de cumplir 21 años en Brasil como pedagoga reeducadora, implementando un modelo de atención a adolescentes infractores. Esta experiencia se basa en el principio del reconocimiento del ser humano y de la inclusión, evitando el grave riesgo de etiquetado que puede conllevar el estudio y la aplicación de la neuropsicopedagogía.
El etiquetado en el estudio de la neuropsicología puede tener profundos efectos negativos, tanto en el desarrollo del individuo como en la percepción social. Al etiquetar a alguien con un trastorno o discapacidad se corre el riesgo de reducirlo a esa característica, ignorando su complejidad y potencial. Esta simplificación puede llevar a la estigmatización, afectando a la autoestima del individuo y a sus oportunidades vitales. Etiquetar también puede influir en el comportamiento de los profesionales sanitarios y los educadores, que pueden adoptar expectativas limitadas, reforzando un ciclo de bajo rendimiento y marginación.
El peligro del etiquetado
Etiquetar a una persona con un diagnóstico neuropsicológico, aunque puede ser útil para orientar las intervenciones y el apoyo, suele tener consecuencias negativas. En primer lugar, el etiquetado puede ocultar la identidad polifacética del individuo. Por ejemplo, un niño diagnosticado de TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) puede ser visto sólo a través de este prisma, sin tener en cuenta sus capacidades, intereses y otros aspectos de su personalidad. Esta visión limitada puede llevar a una comprensión superficial del individuo, ignorando su potencial y su capacidad de adaptación.
Además, el etiquetado puede generar un efecto de profecía autocumplida. Los educadores y profesionales sanitarios que creen que un niño está limitado por su diagnóstico pueden reducir inconscientemente sus expectativas y oportunidades de desarrollo. Esto puede dar lugar a un círculo vicioso, en el que el niño interioriza estas expectativas reducidas y, en consecuencia, limita su propio rendimiento. Los estudios demuestran que las bajas expectativas de los profesores pueden conducir a un menor rendimiento académico de los alumnos, independientemente de sus capacidades reales.

Estigmatización y autoestima
Otro efecto adverso del etiquetado es la estigmatización. La sociedad tiende a reaccionar negativamente ante los diagnósticos neuropsicológicos, asociándolos a menudo con prejuicios y discriminación. Las personas etiquetadas pueden sufrir acoso, aislamiento social y rechazo tanto en la escuela como en la comunidad. Este trato diferenciado puede tener un profundo impacto en la autoestima y el bienestar emocional del individuo.
La autoestima es un componente crucial del desarrollo saludable. Las personas que se sienten valoradas y aceptadas tienen más probabilidades de prosperar en diversos ámbitos de la vida. Cuando el etiquetado se traduce en estigmatización, la autoestima puede verse gravemente comprometida, provocando problemas de salud mental como ansiedad, depresión y, en casos extremos, conductas autolesivas. La falta de apoyo social y el sentimiento de ser diferente o inferior pueden exacerbar estas condiciones, creando barreras adicionales al desarrollo personal y la integración social.
Expectativas limitadas y un ciclo de bajo rendimiento
Los profesionales sanitarios y los educadores desempeñan un papel fundamental en la configuración de las expectativas y oportunidades de las personas diagnosticadas de trastornos neuropsicológicos. Sin embargo, cuando estos profesionales adoptan una visión restrictiva basada en etiquetas, pueden limitar inadvertidamente el potencial de crecimiento y desarrollo del individuo. Las expectativas limitadas pueden manifestarse en prácticas educativas inadecuadas, en las que la atención se centra únicamente en acomodar las dificultades en lugar de fomentar las capacidades e intereses del individuo.
Este ciclo de bajo rendimiento puede ser difícil de romper. Cuando un individuo es tratado constantemente en función de sus limitaciones, puede interiorizar esta visión, creyendo que no es capaz de conseguir más. Esta interiorización puede provocar falta de motivación, baja confianza en sí mismo y una reducción del esfuerzo para superar los retos. Como resultado, el individuo puede acabar cumpliendo las limitadas expectativas que se le imponen, perpetuando el ciclo de bajo rendimiento y marginación.
Promover la inclusión y una visión positiva del ser humano
Para combatir los efectos negativos del etiquetado, es esencial adoptar enfoques centrados en la persona que valoren los puntos fuertes y las capacidades individuales. En lugar de centrarse sólo en las limitaciones, es necesario reconocer y promover las capacidades y talentos de cada persona. Promover la neurodiversidad, por ejemplo, es un enfoque que celebra la variedad de funciones cerebrales y cognitivas, reconociendo que cada individuo hace una contribución única a la sociedad.

Enfoques centrados en la persona
Los enfoques centrados en la persona implican ver al individuo en su totalidad, en lugar de un conjunto de síntomas o limitaciones. Esto incluye comprender sus experiencias, intereses, valores y objetivos, y utilizar esta comprensión para informar las intervenciones y los apoyos. En contextos educativos, esto puede significar adaptar los planes de estudio y los métodos de enseñanza a los intereses y puntos fuertes de los alumnos, en lugar de centrarse únicamente en las áreas en las que tienen dificultades.
Además, los enfoques centrados en la persona hacen hincapié en la importancia de la participación activa del individuo en su propio proceso de desarrollo. Esto puede implicar la fijación conjunta de objetivos, en la que la persona tiene voz y voto a la hora de determinar sus objetivos y los métodos para alcanzarlos. Esta participación activa puede aumentar la motivación, el sentido de propiedad y la confianza en uno mismo, fomentando un crecimiento más significativo y sostenible.
Promover la neurodiversidad
Promover la neurodiversidad es una estrategia eficaz para fomentar la inclusión y una visión positiva del ser humano. La neurodiversidad reconoce que las variaciones en las funciones cerebrales y cognitivas son naturales y deben celebrarse, en lugar de considerarlas anomalías que hay que corregir. Esta perspectiva desafía la visión tradicional que patologiza las diferencias neuropsicológicas, promoviendo una cultura de aceptación y valoración de la diversidad.
La educación sobre la neurodiversidad puede ayudar a reducir los estigmas y prejuicios asociados a los diagnósticos neuropsicológicos. Al concienciar sobre la variedad de formas en que funcionan los cerebros, se puede promover una mayor empatía y comprensión. Esto puede conducir a entornos más inclusivos, en los que las diferencias se consideren puntos fuertes que hay que valorar, en lugar de debilidades que hay que corregir.
Sensibilización y educación
Sensibilizar sobre los efectos del etiquetado es otro paso crucial para promover la inclusión. Es necesario educar a los profesionales sanitarios, los educadores, los padres y la sociedad en general sobre los peligros del etiquetado y la importancia de un enfoque centrado en la persona. Los programas de formación y desarrollo profesional pueden ayudar a dotar a estas personas de las herramientas y los conocimientos necesarios para adoptar prácticas más inclusivas y empáticas.
Además, las campañas de concienciación pública pueden ayudar a cambiar las percepciones y actitudes hacia las personas con diagnósticos neuropsicológicos. Al destacar historias de éxito y ejemplos positivos, se pueden cuestionar los estereotipos y promover una visión más equilibrada y positiva.

Conclusión
Concluyo mi artículo con el compromiso de presentar experiencias reales y aplicadas de este enfoque. En los últimos 21 años, he sido testigo directo de los beneficios de un enfoque centrado en la persona que valora la neurodiversidad y promueve la inclusión. Estos principios no sólo mejoran la calidad de vida de las personas, sino que también refuerzan el tejido social, creando comunidades más empáticas y solidarias. Es esencial seguir cuestionando el etiquetado y promover prácticas que reconozcan y celebren la complejidad y el potencial de cada ser humano.